Desierto del Namib |
Lo mejor de viajar además de conocer sitios nuevos, es el poder visitar lugares y paisajes que te
dejan sin palabras y que te hipnotizan, permaneciendo en la memoria para
siempre. Viajando me siento feliz, se rompe la rutina de mi día a día que suele ser aburrida en comparación con la que se tiene en los viajes. En cada rincón las sensaciones pueden cambiar descubriendo una naturaleza fascinante y unas poblaciones con culturas totalmente distintas a la nuestra, por ese motivo me siento alegre cuando viajo y consigo huir del tedio de los días repetitivos que tengo en mi vida cotidiana. He tenido la suerte de visitar uno de esos lugares como es
el Desierto del Namib, considerado el desierto más viejo del mundo, es uno de los escenarios más fascinantes que hay, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 2013, se extiende a lo largo de la costa de Namibia, entre el río Orange, que marca la frontera con la República de Sudáfrica, al sur, y el río Kunene, entre Namibia y Angola,
al norte. Su nombre,
Namib, significa en lengua nama «enorme». Sus dunas gigantescas de tonos rojizos, van cambiando de color según van pasando las horas del día
y el sol se refleja sobre ellas. Estas en un paisaje único e irrepetible que no te dejara de sorprender y de maravillarte.
Acampamos a la entrada del parque, entre la Duna Elim y el Cañon de Sesriem, una ubicación ideal, para disfrutar de sus paisajes increíbles, y tener así un acceso rápido al centro del desierto, saboreando las primeras y últimas horas del sol en paisajes sin comparación. Tengo la gran suerte de conocer el Desierto del Sahara, pero este me ha enriquecido y sorprendido de una manera muy grata, y desde estas líneas del blog, animo a
cualquier persona viajera que lo visite en cuanto pueda para poder vivir
sensaciones únicas e inolvidables. Un primer contacto con la Duna Elim y luego más tarde con la
famosa y popular además de grande Duna 45, no hizo más que colaborar esos grandes momentos y experiencias.
Aunque lo que de verdad me impacto de una manera más contundente es cuando
llegue a ver el "Lago Muerto" –DeadVlei–, es algo increíble y que te dejará sin palabras.
Subiendo la Duna Elim |
Cuanto más entramos en esta extensión de dunas, más nos costará creer que no estamos soñando, cuesta asimilar tanta belleza, colores y juegos de sombras y luces, nos sentimos más vivos que nunca, pero a la vez muy pequeños, frente a esta inmensidad y belleza. Son momentos para estar consigo mismo, contemplado el horizonte en una
desconexión total en donde el disfrute del silencio y los recuerdos producen
unos instantes que estarán contigo para siempre guardados en el recuerdo y la
memoria con la única compañía de la tranquilidad y acaso el sonido del viento
del desierto te hace sentir algo especial dando gracias por el momento que en ese lugar estas viviendo y lo afortunado que eres.
En la Duna 45 durante el amanecer |
DUNA 45: Duna estrella (de mayor elevación que existen) situada en el área de Sossusvlei, en el Desierto del Namib. Su nombre se debe a que se encuentra en el punto kilométrico 45 de la carretera que conecta la entrada a Sesriem y Sossusvlei. Con una altura de 170 m, está compuesta de área que data de unos 5 millones de años. Por el hecho de estar situada muy cerca de la carretera principal es una de las atracciones del Parque de Namib-Naukluft. Los mejores momentos para visitarla son tras la
salida del sol o poco antes de que se ponga, cuando uno de sus lados
está en sombra. El acceso es libre y por eso son muchos los visitantes de
Sossusvlei que se acercan para subir por su loma. Nos adentramos en el corazón del desierto para ver las primeras luces del día desde la cresta de esta gran duna. Empezamos a subirla antes del amanecer y nos damos cuenta lo difícil que es andar por la arena del desierto y más cuando nadie la ha pisado todavía.
Cada uno se marca el ritmo que mejor le va y con una buena actitud y
con el aliciente del disfrute de un paisaje único y el momento en que lo
estás viviendo, llegamos a la cresta de la duna poco antes del amanecer.
Es algo indescriptible contemplar como comienza un nuevo día y como el sol lo ilumina con sus rayos. Lo más divertido y otro de los momentos del viaje, es cuando después del tiempo que te ha llevado subir la duna, lo rápido que puedes llegar a bajarla, coges gran velocidad si la bajas corriendo, y debido a la arena no hay miedo a alguna caída con daño, lo máximo es un poco de sensación de mareo, que se pasa manteniendo durante unos pocos momentos los ojos cerrados y quedándote quieto en el sitio donde estés, pero sin duda es un momento divertido que todos disfrutamos después de la dura jornada.
Los esqueletos restantes de los
árboles, que se estiman que están muertos desde hace unos 600-700 años,
son de un tono negro por la exposición continua al sol, que los ha quemado, aunque no están petrificados, la madera no se ha descompuesto porque el clima es muy seco. Te puedes pasar horas recorriendo el lugar y contemplando
sus distintas formas y como con el paso del tiempo y de la posición del sol,
sus sombras y colores van cambiando al igual que lo hacen las inmensas dunas
que lo rodean. Contemplar las acacias secas en medio de lo que antes era un gran lago y ahora
es solo arena blanquecina, con sus ramas y troncos en distintas formas y
posiciones como unos guardianes petrificados hasta el fin de los tiempos…una verdadera maravilla.
* Para la elaboración y desarrollo de este artículo se han tenido en cuenta los datos obtenidos a través de la wikipedia, y las propias experiencias vividas durante el viaje. (Fotografías e ilustraciones originarias de Pedro García Barbudo).
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